Por:
Hedelberto López Blanch | Lunes, 28/07/2014 07:17 AM |
Publicado
en Opciones, Aporrea, Diario Universal, Ajintem, Rebelión, Kadadiasomosmas,
Contrainsurgencia, Cubainformación, Patria
Los ataques económicos contra
Venezuela y Cuba por parte de Estados Unidos han arreciado en los últimos
tiempos, debido fundamentalmente a que estas dos naciones han sido y
representan hoy los pilares más relevantes de la integración latinoamericana en
contra de políticas neoliberales y neocoloniales que trata de imponer
Estados Unidos en la región.
Cuba, a partir de 1959 se
convirtió en un hueso atravesado en la garganta de las administraciones
norteamericanas motivado por las posiciones soberanas e independientes que adoptó
su gobierno, lo cual ha sido desde entonces una guía para los pueblos de la
región.
Inspirados en ese ejemplo,
surgieron varios gobiernos progresistas y democráticos en la zona que fueron
atacados por diversas vías desde el poderoso vecino del norte. Ejemplos sobran:
Brasil (1964), Bolivia (1964) Panamá (1964) Dominicana (1965), Chile (1973),
Perú (1975) Granada (1983), Nicaragua (1979-1999), por citar
algunos.
La llegada al poder del
líder de la
Revolución Bolivariana Hugo Chávez Frías, abrió un nuevo y
amplio espectro para el devenir de los pueblos latinoamericanos, al establecer
una estrecha relación con Cuba y brindar una mayor ayuda económica y social a
otras naciones de la región, pese a los constantes ataques estadounidenses.
Desde la desaparición
física de Chávez, las fuerzas de la derecha antidemocrática de Venezuela,
apoyadas y dirigidas desde Washington desataron una fuerte ofensiva en todos
los frentes económicos, entre los que se cuentan numerosas acciones
terroristas, para intentar derrocar al presidente constitucional Nicolás
Maduro.
La enorme arremetida
antibolivariana ha contado con la anuencia de los innumerables medios de
comunicaciones nacionales e internacionales, dominados por el gran capital, que
no han dejado de emitir informaciones agresivas, tergiversadas y difamatorias
con el fin de debilitar el amplio apoyo popular con que cuenta el gobierno de
Maduro.
Con la anuencia del
gobierno bolivariano se han creado en los últimos años varias organizaciones
como la Alianza
Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA),
Petrocaribe, la Unión
de Naciones del Sur (UNASUR), la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), o
también se han reforzados otro como el Grupo de Río, ky el Mercado del Sur
(MERCOSUR) todos con amplias perspectivas integracionistas.
Como era de esperar, los
gobiernos norteamericanos acostumbrados a dominar política y económicamente a la América Latina,
considerada como su traspatio, no podía permitir semejante osadía.
En busca de revertir ese
accionar latinoamericano, se enfiló hacia Caracas una abarcadora guerra
económica encabezada por la oligarquía criolla (con el eje central en
Washington) contraria a la política social a favor de la mayoría del pueblo
llevadas a cabo por Chávez y continuada por Maduro.
Grupos terroristas
asaltaron y destruyeron numerosos centros de atención de salud, fábricas,
escuelas secundarias y universitarias; interrumpieron el tráfico, quemaron
transportes públicos y hasta asesinaron a varias personas.
Los ataques de la
oligarquía también se dirigieron contra la moneda venezolana y el régimen
cambiario; se impulsó la especulación, el acaparamiento intencionado y el
contrabando con el desvío hacia Colombia de alrededor del 45 % de los productos
que entraban al país.
El gobierno venezolano,
con prudencia e inteligencia ha logrado con grandes esfuerzos ir controlando la
situación pese a que aun persisten las intenciones de tratar de derrocar al
gobierno con la ahora llamada política de golpe suave.
En cuanto a Cuba, los ataques
financieros para tratar de cercenar su economía se han convertido en un hecho
cotidiano en el que diariamente empresas o bancos extranjeros que han mantenido
relaciones de intercambio o prestamos con la Isla, han sido perseguidos y multados en aras de llevar
hasta lo infinito las leyes extraterritoriales impuestas por el bloqueo
económico establecido desde hace más de 50 años por Estados Unidos.
Desde 2007, Washington ha
ejercido su inmenso poder político y económico contra más de 25 firmas
financieras que realizaban algún negocio o manejaban fondos vinculados con
Cuba.
Entre los primeros
“sancionados” en 2007 aparecen el banco suizo Bawag que tuvo que cerrar cuentas
con un centenar de clientes de origen cubano que residían en esa república
alpina. Le siguió el Barclays, el cual ordenó a sus filiales de Londres
clausurar las cuentas de dos empresas cubanas: Havana International Bank y
Cubanacán, después de que la
Oficina de Control de Bienes Extranjeros (Office of Foreign
Assets Control, OFAC) del Departamento del Tesoro ejerciera presiones.
Le siguió la compañía
aérea española Hola Airlines, que tenía un contrato con el gobierno cubano para
transportar a pacientes que padecían enfermedades oculares y serían atendidos
en la llamada Operación Milagro. La extraterritorialidad del bloqueo se
reafirmaba.
Recientemente el banco
francés BNP-Paribás pagó 8 970 millones de dólares por violar la sugestiva
denominación de “embargo” económico y financiero impuesto por la Casa Blanca.
Son numerosos las bancas
afectadas y otras estan en vilo, como las francesas Société Géneral y Crédit
Agricole; la italiana UniCredit, el Banco de Irlanda, y las alemanas Deutsche
Bank y Commerzbank.
Hace pocos días, la
empresa de bebidas energéticas Red Bull North America tuvo que pagar 89 775
dólares por filmar un documental en Cuba sin la autorización del Departamento
del Tesoro.
Innegablemente que la Casa Blanca ha llegado al extremo para tratar de ahogar económicamente a Cuba y Venezuela, pero los tiempos han ido cambiando en este mundo que ya no es solo unipolar y debe entender que esas políticas estan condenadas al fracaso.
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