sexta-feira, 1 de agosto de 2014

Frank País García, grande y prometedor



          “[…] a remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aun impera,
             barrer con la burocracia, eliminar los mecanismos superfluos,
            extraer los verdaderos valores e implantar, de acuerdo con las
             particularidades de nuestra idiosincrasia, las modernas corrientes
             filosóficas que imperan actualmente en el mundo;
              aspiramos no a poner parches para salir del paso,
           sino a planear concienzuda y responsablemente la Patria Nueva […]”
                                                                           Frank País García



Seria algo más de las 4 de la tarde cuando sonó el teléfono en la sala de la casa de “los tíos”,  María Fernández y Manolo Céspedes,  en el Reparto Sueño en Santiago de Cuba aquel 30 de Julio de 1957. Estaba cerca y lo descolgué..Oí la voz apresurada de nuestro jefe del “26 de Julio” Agustín Navarrete, Jorge:
-.¿Quien habla?
-. Es Pepito Cuza. Le contesté.
-.Rápido, ¿Quienes están ahí?
Comencé a decirle: -.Yito, Fernando, Oscar, Ñico… ¡Súbitamente me cortó la relación!
-. Prepárense que los voy a mandar a buscar. ¡Frank esta cercado y lo vamos a rescatar a tiro limpio!
Inmediatamente les grité a los mencionados, quienes estaban en la cocina después del largo pasillo que conformaba el patio de la casa y apresuradamente comenzamos a sacar las armas de sus escondites  y alistarlas para la necesaria acción.
Frank y Léster Rodríguez se escondían juntos, pero al marchar este para los Estados Unidos en misión de obtener armas para abastecer a Fidel y a su Ejercito Revolucionario en la Sierra Maestra, era Agustín Navarrete quien estaba con él. Ambos portaban pistolas y además una “Baby”  Thompson con la que se turnaban de guardia día  y noche.
Unos días atrás estando  escondidos en la casa de Clara Elena Ramírez en la calle 8 del Reparto Vista Alegre  habían tenido que salir pues Clara Elena en avanzado  estado de gestación se había puesto muy nerviosa.  Frank salio delante y Navarrete detrás. Cuando montaron en el carro Navarrete le dijo que se le notaba la pistola que portaba en la cintura por detrás de la cadera a pesar de tener la camisa por fuera del pantalón. Frank estaba usando una pistola STAR  calibre 38 que unos días antes un comando revolucionario al mando de Belarmino Castilla había ocupado en casa del ya fallecido pundonoroso médico militar Capitán Doctor Edmundo Tamayo.
Lamentablemente esa noche se separaron para evitar que ambos jefes principales de la Organización Revolucionaria no pasaran los mismos peligros y pudiera ser descabezada la Dirección insurreccional. Navarrete fue para San Basilio No. 410  y Frank  dijo no tener definido para donde iba y que ya lo llamaría.
Ocultó a los otros dirigentes revolucionarios adonde se escondería, pues se había analizado  que la casa de la familia Pujol  San Miguel en San Germán  No. 204 esquina al Callejón Capdevila no tenia condiciones ya que formaba la esquina y no tenia posibilidad de escape por la parte trasera ni siguiera por los techos de las casas colindantes, y para subir a la planta alta había que treparse por un tubo de desagüe. La familia era de una fidelidad a toda prueba, pero la casa a decir de Navarrete, era una  ratonera. Frank había estado ahí junto con Navarrete una noche a principio del mes de julio, y se había sentido muy cariñosamente atendido,  en familia, y quizás eso primó en su estado de animo en esos días, en que había fracasado el tan meticulosamente preparado Segundo Frente en la Sierra Cristal, la bomba debajo de la tribuna del mitin de los esbirros batistianos  Alliegro y Masferrer  el 30 de junio y la caída en combate en las calles santiagueras de tres magníficos combatientes: Salvador Pascual, Floro Vistel y su hermano mas pequeño, Josué, “su niño”  de tan solo 19 años.
 A todos ocultó donde estaba. Hasta a Vilma, Coordinadora Provincial en la antigua provincial  de Oriente,  la llamó pero no le dijo donde estaba.
A pesar de que se sabia muy perseguido y  que como todo combatiente clandestino de cualquier  Revolución, con sus días contados, no paraba de trabajar en aras de fortalecer a los combatientes en la Sierra Maestra y de extender la lucha  revolucionaria por todo el país. A Haydee Santamaría le había escrito que solo le pedía a la vida que le diera un mes para poder dejar bien organizado el abastecimiento  de hombres, armas y medios materiales a Fidel y su Ejército Revolucionario y la articulación de planes nacionales de acción y sabotajes que crearan un clima insurreccional insostenible para la Dictadura.
Además de las grandes responsabilidades que se había echado sobre sus hombros desde el mismo momento que vio a su patria humillada por el Golpe Militar del 10 de marzo de 1952, Frank era un joven que deseaba crear una familia y aunque estuviera todos los días en inminente peligro de quedar en la historia patria eternamente joven, deseaba contraer matrimonio con su querido amor, América Domitro Terlabauca, y en esos días de Julio se estaba preparando la boda en la clandestinidad con la ayuda de otras valerosas combatientes  como Graciela Aguiar, quien aquel 30 de Julio acompañaba a América en la compra de algunas prendas azules, blancas y nuevas para el mínimo ajuar, cuando en todo Santiago de Cuba se sintieron aquellos disparos malditos.
Esa tarde Frank estaba despachando con el jefe de Acción de Guantánamo Demetrio Montseny, Canseco, y con el dirigente obrero  José de la Nuez, Basilio. Estando con ellos le llegó la información que estaban registrando la zona. Era el método de lucha que estaba empleando el conocido asesino Teniente Coronel José María Salas Cañizares desde su llegada a Santiago de Cuba en mayo de ese año, cuando se había ganado el mote de “Masacre” por el asesinato de los revolucionarios Roberto Lámelas, Joel Jordan, Salvador González y Orlando Badell. Esa tarde había cercado la zona por una confidencia dada por Esperanza Paz, amante del batistiano Administrador de la Zona Fiscal Laureano Ibarra,  quien le había informado de movimientos sospechosos por San German desde Gallo a Rastro.
Cuando Raúl Pujol fue informado por una vecina, Bessie Planas, de que había un gran despliegue de fuerzas en la zona de su casa, pidió permiso en la ferretería Boix donde trabajaba y partió de inmediato a su hogar. Al llegar alertó a Frank y a sus acompañantes y solicitó permiso a los esbirros para que Montseny y De la Nuez salieran en el carro en que andaban. Montseny trató de que Frank se fuera con ellos, pero este muy tranquilamente le dijo: “No te preocupes Canseco, yo soy Francisquito Buena Suerte, no me va a pasar nada. Váyanse tranquilos. Recoge el dinero para que se puedan comprar  las armas y el parque que Fidel necesita y tu Basilio sigue reforzando el movimiento obrero”
 Frank le entrego a Eugenia San Miguel la ametralladora y unos importantes documentos,  que fueron escondidos detrás del aparador del comedor, y ambos hombres salieron para la calle San Germán. La cantidad de policías, soldados y marineros portando todos ametralladoras y Carabinas M1 era tremenda. Un soldado con arma larga desde un balcón les dio el Alto y los mandó  a registrar con un marinero y un policía quienes  le encontraron a Frank la pistola calibre 38 que portaba. Rápidamente se personaron muchos mas esbirros, todos apuntándolos con sus armas largas deseosos de asesinar. Los condujeron al Callejón del Muro y los sentaron  en un jeep , llamando por la planta de radio a Salas Cañizares quien acudió de inmediato con su escolta preferida, los asesinos  cabo Basol,  Mano negra, Garay,  los Gallo, .
Allí estaba  lo peor de la Dictadura en Santiago de Cuba: el Capitán Bonifacio Haza, los Tenientes  Ortiz y Garay, y con ellos Luis Mariano Randich, quien había sido estudiante de la Escuela Normal para Maestros,  por lo que conocía muy bien a los estudiantes devenidos en revolucionarios al recrudecerse la lucha contra la Dictadura. Randich a quien sus compañeros de estudio más de una vez le habían hecho colectas de dinero para que pudiera continuar sus estudios, olvidando su condición de negro y pobre, ahora era un vulgar traidor deseoso de obtener prebendas delatando a sus antiguos condiscípulos y en especial a los hermanos Frank y Agustín País García.
Montseny había alertado a Navarrete y a Vilma de la situación de Frank  y Pujol y estos se movilizaban para socorrer a nuestro  jefe en peligro. Así la llamada a nuestro grupo en la casa de los Céspedes, como a Luis Clerge, quien rápidamente movilizó a algunos de sus más cercanos compañeros, Romanidy, Carbonell y Ceferino y armados de una ametralladora, una escopeta recortada y una pistola Star de ráfagas partieron en un carro tomado a la fuerza para la casa de Raúl Pujol. Estando ya cerca del lugar sintieron los múltiples disparos conque Salas Cañizares y sus asesinos daban muerte brutalmente a Frank y a su fiel compañero de luchas Raúl Pujol.
Mi amiga y compañera de la Lucha Clandestina en Santiago de Cuba, Madeline Santa Cruz Pacheco, quien vivía en San Germán esquina a Callejón del Muro y vio todo lo que sucedió desde detrás de una de los ventanales del costado de su casa que daba para el Callejón, me contó al otro día todo lo sucedido:
 “Estaban Frank y Pujol sentados en el jeep parqueado en San Germán y el Callejón del Muro cuando llegó Salas Cañizares vociferando y amenazando con su carabina M2 con la culata recortada. Randich se acercó al jeep y miró a Frank,  le quitó los espejuelos oscuros y al reconocerlo le dijo a Salas: “¡Coronel este es Frank País, este es Frank País Coronel!
Al oír esto Salas fue al jeep y agarro a Frank por la camisa vociferando palabras obscenas y con la culata del M2 le golpeó en el pecho.  Frank fue dar contra la pared de enfrente, desfallecido por los salvajes golpes.
Raúl se había bajado del jeep y le gritó a Salas que no lo golpeara y además le llamó cobarde. Los matones escoltas de Salas golpearon salvajemente a Pujol que cayó inconsciente en la acera de la Calle San German adonde fue Salas y le ametralló toda la espalda con una ráfaga larga. Se viró para donde estaba Frank y le tiró los últimos proyectiles que le quedaban y mientras colocaba otro cargador le ordenó a Mano Negra, a Basol y a los demás asesinos que le tiraran a Frank quien cayó boca abajo. Volvió Salas sobre sus pasos hacia el Callejón del Muro y ametralló en el suelo y por la espalda el cuerpo inerte de Frank País.”
Al sentir los disparos realizados contra los dos revolucionarios y al aire para darse  valor y meterle miedo a la población, todo el pueblo salio a la calle presintiendo que algo muy grande había ocurrido.
Sin  demora a los hechos se escuchó por la radio CMKC santiaguera:
“El Teniente Coronel Salas Cañizares, supervisor de la Policía Nacional en esta ciudad, declaró a los periodistas que Frank País hizo resistencia al momento de ser detenido y disparó contra él con una pistola 38 que portaba, por lo que tuvo que repeler la agresión. El cadáver de Frank País y de su compañero Raúl Pujol permanecen en el lugar de los hechos a la espera de la correspondiente diligencia judicial.” 
America y Graciela fueron para la casa de Frank. A los oídos de Doña Rosario la voz del pueblo había llevado la verdad de la triste noticia ya escuchada por ella por la radio estando en la oficina de Carmona en Heredia y San Félix y juntas las tres se encaminaron presurosas a San German y el Callejón del Muro. En el camino Clerge les confirma la dolorosa realidad. A la prensa se le permitió tomar fotos de los nuevos  mártires de la Patria…..¡Quizás la Dictadura pensó que nos iba a amedrentar con la muerte de nuestro querido jefe! 
 Sus cuerpos sin vida fueron llevaros al necrocomio del Cementerio de Santa Efigenia, adonde la Dirección del Movimiento revolucionario comisionó al joven abogado Dr. Jorge Serguera Riverí para que en compañía de los  Reverendos Agustín y Celestino González  reclamarle a Salas Cañizares  la entrega de los cadáveres a sus familiares…El médico forense, Dr. Prieto, le dijo a Salas Cañizares: “¡Ya lo mataste, a lo menos entrégale el  cuerpo a su madre!”
Doña Rosario, America, Graciela, Marinita Malleuve y Carmona limpian,  taponan y visten con su traje blanco el cadáver de Frank. ..¡22 balazos recibió en su cuerpo Frank País!  ¡36 perforaciones le taponeó su madre adorada!
Vilma comisiono a Clerge a que hablara con Doña Rosario para que les permitiera velar a Frank en casa de America en Heredia y Clarín:
“Hagan lo que crean mejor. Frank es de ustedes”.- Le contestó la valerosa Doña Rosario.
Navarrete ordena el acuartelamiento de los Grupos de Acción, aunque en Santiago de Cuba apenas hay armas para poder realizar alguna acción de envergadura. En mi casa fuimos siete con un revolver 38.
La idea de Vilma, Taras Domitro, Daniel, Navarrete, es movilizar al pueblo y convertir el sepelio en una vigorosa demostración de repudio a la Tiranía. Desde la casa de America al cementerio de Santa Efigenia el sepelio atravesaría la parte mas céntrica de Santiago de Cuba. El pueblo podría demostrarle su respeto y amor a su hijo mas querido. A quien tanto había luchado contra la Dictadura desde el mismo 10 de marzo de 1952.
En su pecho se colocó un brazalete del 26 de Julio. Y en la madrugada los cuatro hermanos Marañón lo vistieron con el uniforme Verde Olivo  con una escarapela  roja y negra con las Tres Estrellas de Comandante en Jefe del Ejercito Revolucionario del 26 de Julio. El mismo grado militar que el de Fidel Castro.
La Resistencia Cívica y el Frente Cívico de Mujeres martianas habían convocado una manifestación para el 31 de julio con motivo de la anunciada visita del nuevo Embajador de los Estados Unidos a Santiago de Cuba. Ahora con los asesinatos de Frank y Pujol la manifestación se convertirá en una combativa demostración de condena a la Dictadura de Batista, fiel aliado del gobierno yankee que Earl Smith viene en su  representación. Con las valerosas  Gloria Cuadra y Pura Amador  al frente, las mujeres santiagueras originarían una verdadera batalla campal contra Salas Cañizares y sus esbirros. Una veintena de ellas vilmente  golpeadas serian conducidas a los calabozos del cuartel de la Policía Nacional. Ni Gloria Cuadra, ni Nuria García, ni Amalia Ross, ni Deborah Algeciras, ni Diana Santamaría, ni Marcia Céspedes, ni Ania Martínez, ni Maira y Manolita Lavigne, ni otras valerosas mas podrían asistir al combativo sepelio por estar recluidas en los sótanos del edificio del Gobierno Provincial en la calle Carnicería entre Aguilera y Enramadas.
Serian como las dos de la tarde cuando salieron los cortejos. El de Frank por la calle Heredia rumbo al Parque Céspedes a unirse con el de Pujol en San Pedro y Heredia y así por toda la calle San Pedro ir hasta el Paseo Martí y de ahí para San Pedrito donde en Santa Efigenia Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, José Marti, Guillermón Moncada, José Maceo, Renato Guitar, Abel Santamaría  y otros héroes aguardaban la llegada de los dos últimos caídos por una Patria libre.
Fue una inmensa muchedumbre la que los acompañó. Más de veinte cuadras de compacta población de todas las capas sociales, credos religiosos, militancia revolucionaria y política, sexos, color y edades. Banderas cubanas y del 26 de Julio, flores que caían de todos los balcones, abajo Batista, Vivas a la Revolución, Libertad o Muerte, el himno Nacional en la garganta de todo un pueblo que gritaba: ¡Revolución!, ¡Revolución!, ¡Revolución!. ¡Era el reclamo del pueblo santiaguero que aquel 31 de Julio tomó las calles del heroico Santiago de Cuba!
Los esbirros temerosos se refugiaron en sus cuarteles. El Jefe Militar de la ciudad, Coronel Cruz Vidal, comenzó a recibir Partes informándole de que en  otros pueblos y ciudades de la Provincia de Oriente se comenzaban a realizar movimientos  populares de solidaridad con la actuación revolucionaria de Santiago de Cuba por la muerte  de Frank País y Raúl Pujol.
Cerca ya de la entrada al cementerio un  grupo de jóvenes se adelantó a colocar todas las banderas a media asta y otros  brazos  extrajeron los féretros y en hombros fueron conducidos hasta sus últimas moradas
Varios compañeros improvisaron combativos discursos, todos llamando a continuar la lucha hasta la derrota de la oprobiosa Tiranía.
Los Comercios, las fabricas, las Empresas, todos los Centros de trabajo de Santiago de Cuba cerraron aquel 31 de Julio en huelga espontánea en protesta por el vil asesinato de esos hijos tan queridos. La huelga se fue extendiendo  a otros pueblos y ciudades de la Provincial oriental y como una ola se fue propagando  a las demás provincias hasta llegar a las puertas de la Capital de la Republica. Durante  casi una semana el pueblo  cubano mantuvo la huelga espontáneamente a pesar de la represión desatada por las Fuerzas Armadas de la Dictadura….¡Fue algo verdaderamente extraordinario!
 “[…¡¡Que bárbaros! Lo cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de todas las ventajas que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino. ¡Que monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado.[…]”
Comandante en Jefe del Ejercito Revolucionario 26 de Julio Dr. Fidel Castro Ruz                  
Sierra Maestra, 31 de julio de 1957.

Años después al reparar el lavadero de la casa de Eugenia San Miguel y Raúl Pujol se encontró que un túnel construido en época de la Colonia atravesaba por debajo de las calles e iba de la Iglesia San Francisco a la casa de la familia Pujol San Miguel.  ¡Hubiera sido la casa más segura para la lucha clandestina en Santiago de Cuba!    
Contralmirante (R) José Luis Cuza Téllez de Girón.
Capitán del Ejercito Rebelde, Jefe de la Compañía B “Pedro Sotto Alba”, Columna 19 “José Tey”, Segundo Frente Oriental “Frank País”.     
30 de julio de 2014.
“Año 56 de la Revolución”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

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