quarta-feira, 2 de julho de 2014

¿UNA NUEVA POLÍTICA DE EE.UU. HACIA CUBA? (FIN)

Por Esteban Morales Domínguez *
(Versión revisada por el autor)
MONCADA

Obama no ha logrado cumplir una sola de las promesas políticas o económicas que ha hecho durante su mandato. Y decursando  su segundo periodo, está en las peores condiciones  para lograr dar un vuelco estratégico  a la situación.
Entonces, si  Obama quiere anotarse algún logro  en política exterior, ahí tiene a Cuba para que lo intente. Sobre todo, si Obama ya debe tener claro que su política hacia América Latina pasa por la reconciliación con Cuba, la que  habiendo sido expulsada de la OEA en 1962, ahora tiene más prestigio en el hemisferio, que  la mencionada organización  y Estados Unidos juntos.
Cuba  ha devenido entonces en el asunto menos complejo  por medio del cual Obama lograría anotarse algún punto en su fracasada política exterior. Todos los demás asuntos son más complejos y difíciles de solucionar, que los de la  política hacia Cuba. Además, Cuba se ha lanzado a desplegar proyectos económicos que todo indica están resultando muy atractivos para el capital extranjero y el capital  norteamericano  en particular.
No obstante, las contradicciones de la actual política norteamericana hacia Cuba no son solo con sus  aliados occidentales, que ya no aceptan el bloqueo,  ni solo con su  histórico “traspatio”, sino también internas. Cuba  ha  comenzado a  aparecer como un fracaso de política  Interna  y  ello se ha agudizado en los últimos meses,  produciéndose lo que puede ser considerado  como un reclamo masivo de  sectores  económicos  importantes dentro de Estados Unidos, que ven cómo se les  escapan las oportunidades  de relacionarse con Cuba.
Por lo que la política hacia Cuba ha estallado no solo a nivel internacional, sino dentro de la propia política interna norteamericana. Siempre hemos dicho que aunque no es nada despreciable lo que Cuba  puede hacer para que la política de Estados Unidos hacia la Isla cambie, es en los Estados Unidos donde esta política debe cambiar. Y ello parece estarse produciendo  a un nivel como nunca antes. Nunca había existido un ambiente interno  como el que se está produciendo ahora dentro de Estados Unidos, en la formación de un consenso  para que la política hacia Cuba cambie.
Excepto la extrema derecha cubanoamericana, Obama prácticamente no encontraría aliados  internos para seguir su actual política hacia Cuba. No creo tampoco que los esté buscando ahora, cuando al parecer aparecen fuertes intereses  e   intenciones de cambiar la política.
Históricos aliados de la extrema derecha  en la política hacia Cuba, le han comenzado a decir al Presidente que tal política, por fracasada, debe ser cambiada. Hasta Hillary Clinton, su antigua secretaria de Estado, le ha dicho que debe cambiar la política, echando abajo el  Bloqueo contra Cuba. Su actual Secretario de Estado Kerry, también es partidario del cambio. Gentes como Negroponte (1) le sugieren lo mismo. Es amplia la lista de los que están pidiendo a Obama un cambio de política hacia Cuba.
Si lo que Obama esperaba era  un consenso para cambiar la política, ya lo tiene. Los temores de cambiar la política hacia Cuba, pueden ser mucho  menores ahora. Porque  los que se opondrían no cuentan ya con la fuerza necesaria para crearle dificultades.
Al menos en la política hacia Cuba, la correlación de fuerzas que Obama esperaba  para cumplir su tarea de dejarle la silla presidencial  a un demócrata en las próximas elecciones ya se está produciendo de manera creciente. No sería ya un problema para un futuro candidato demócrata, que Obama cambiase la política.
Además, la situación de Estados Unidos en política exterior tiende al empeoramiento, la interna no mejora y con Cuba, esta última avanza en sus  intenciones  de superar  las dificultades internas, variable fundamental, que sobre todo en los últimos años ha sido seguida muy de cerca por Estados Unidos.
Es cierto que la situación de Cuba presenta aun sus incertidumbres, pero Obama parece  no estar  en condiciones de esperar  mucho tiempo. Fracasos externos ya no puede acumular más; peligros internos le sobran y en el hemisferio,  como se dice,  “ya la jugada esta cantada”.
Todo lo  apuntado pone claramente de manifiesto que la política de aislar a Cuba  ha tenido  un efecto contraproducente para Estados Unidos. Resultando  que es este último el aislado. Mientras que Cuba ha logrado insertarse fuertemente en el mundo, particularmente en el hemisferio, Estados Unidos se ha quedado como un tonto, “lamiendo” incansable y furiosamente  una  “chambelona”,  con sabor a bloqueo,  que ya nadie  sigue  ni respeta.
El caso de Alan Gross como ultima justificación,  ya está agotado. El presidente Obama debe saber que sus  argumentaciones son  insostenibles, que ni la propia familia las acepta, poniendo en manos de Obama, como era de esperar, toda la responsabilidad de lo que pueda ocurrir.  En reciente artículo ya le dijimos al Presidente que no debe esperar más. Gross es un hombre de más de 60 años, preso, alejado de sus familiares, sobre el cual hay que tomar una decisión que beneficie su salida de Cuba  y no esperar por desenlaces  lamentables que convertirían en inoperante cualquier solución.
Obama acaba de cambiar 5 talibanes, terroristas de la peor  clase,  por un oficial norteamericano prisionero, operación que ha  resultado  muy cuestionada.  ¿Qué espera  Obama para canjear por Alan Gross   a los 3 antiterroristas cubanos  que llevan más de 15 años presos en  cárceles norteamericanas?
No creo que Obama  piense que está  sacrificando un ápice de seguridad nacional  ni del poco prestigio que ya tiene, por realizar ese cambio;  cuando está más que demostrado  que lo único que haría sería quitarle de encima al sistema de justicia norteamericana  la vergüenza de haber tenido presos  a  condenados en un juicio amañado y carente de toda legalidad.
No se trata de que pensemos que Obama lo primero que  puede  hacer sería levantar el bloqueo. No somos tontos ni  ilusos,  sabemos que ese engendro transnacional, solo puede ser levantado por el Congreso. Pero el  Presidente cuenta con muchas facultades ejecutivas  para aliviarlo, mientras impone sus buenos oficios para que el congreso levante el  bloqueo.
Obama puede dejar de imponer multas  y todas las restricciones que aplica, como la de limitar los viajes de  norteamericanos a Cuba. Y otras tantas medidas que están dentro de sus facultades ejecutivas. Todas las medidas restrictivas que G. Bush   adoptó  contra Cuba no pasaron por el Congreso, lo hizo basado  en sus prerrogativas presidenciales. Obama puede hacer otro tanto con múltiples medidas  que aliviarían las restricciones y que no tienen que ser aprobadas por el congreso.
Consejos no le faltan  al Presidente. El Informe “Lugar” del 2009,  los Informes del  “Cuban Study Group”,  el Informe de Carter en su viaje a Cuba  y otros tantos rendidos por Senadores y hombres de negocio que han visitado  la Isla;   más recientemente el Informe de Donahue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Todos le recomiendan  a Obama  que ha llegado la hora de cambiar la política hacia Cuba y de levantar el bloqueo.
Nunca respecto a la política norteamericana hacia Cuba había existido un consenso tan amplio  de cambiarla. No se trata de una iniciativa presidencial, como la de James Carter y Walter Mondale en 1977, sino de algo más amplio, que abarca a  casi todos  los sectores de la sociedad norteamericana, lo que incluye políticos, académicos, congresistas, hombres de negocio y personas dentro de la administración actual, hasta llegar a muchos que nunca se caracterizaron por una actitud de cambio en la  política hacia Cuba.
Por supuesto, no podemos esperar que se trate  de un cambio de política   para convivir con Cuba,  sino para cambiar a Cuba. Se trata de que, respecto a la política seguida hasta ahora, existe el convencimiento  pragmático  de que es una política que no ha logrado los objetivos  para los cuales fue diseñada  y es necesario cambiarla. Lo cual ya es un logro, aunque no sea para  abandonar sus esenciales objetivos. La vieja política, con sus  objetivos estratégicos, continuará  viviendo dentro de la nueva política,  la que será solo nueva en cuanto a los métodos e instrumentos a utilizar,  pero nunca  nueva  en cuanto a los objetivos a lograr con Cuba.
Casi todos, del lado de allá del Estrecho de La Florida, están convencidos que Cuba ha logrado  sobrevivir a los instrumentos y métodos de la vieja política, pero también de que no sobrevivirá a los instrumentos y métodos de la “nueva política”. Pensar lo contario sería una ilusión, pues  lo que ahora tiene lugar es solo un cambio de táctica, no de estrategia. La estrategia continúa siendo la misma: recuperar a Cuba.
Por supuesto,  no debemos esperar  tampoco que los cambios de política sean  meramente  cosméticos;  no  podemos   engañarnos:  los cambios serán creíbles, porque lograr que Cuba los acepte  como  reales, creíbles,  será también parte de la nueva  estrategia. Pues en  la medida en que Cuba acepte que los cambios son reales,  ello  será  condición sine qua non para que entremos confiados  en  el túnel  del   retorno al área de influencia de Estados Unidos.
Creo que Cuba, por su parte, no debe variar  su estrategia, que no es para hacer daño a nadie sino para evitar que le hagan daño. Cuba debe continuar trabajando incansablemente  por su fortaleza interna. Seguir adelante con sus  proyectos, sobre todo económicos  y aceptar todo cuanto los  fortalezcan. Esa  debe ser  la medida, la “regla de oro”  de  la  política cubana en medio  de las perspectivas de cambio que ahora  parecen estarse abriendo.
Como decía Nicolás Guillén en su famosa poesía:
 “Tun tun ¿quién es? la paloma y el laurel:  ¡ abre la muralla! “;  tun tun  ¿quién es? el sable del coronel: ¡cierra la muralla!  “…al corazón del amigo, ¡abre la muralla!  ... al veneno  y al puñal, ¡cierra la muralla…  !
Notas:
(1) John Negroponte, Oficial de Inteligencia y Diplomático, fue Director Nacional de Inteligencia de Estados Unidos en la Administración de George W. Bush. (Nota del Editor de Cubarte). 
* Esteban Morales Domínguez es economista, politólogo y ensayista. Dr. en Ciencias (Universidad de la Habana) y Dr. en Ciencias Económicas. Miembro de la Academia de Ciencias de Cuba. Miembro de la UNEAC.

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